El último trago de vino, el último cigarrillo, la última hojeada al libro, y la mirada que gira al cielo, y después... Después me voy. Toco finamente tres arpegios en mi guitarra, canto una dulce letra al mismo son. Una tonada que duele y cuela dentro de mi corazón. La noche es cálida y a penas darán las diez, y mi corazón que dicta todas las palabras que esta noche escribiré. El revólver en mi mesita de noche al lado del ordenador, me inspira a jugar con él un juego del cual no ganaré y del cual nadie será perdedor. ¡Vaya cosas! ¡Vaya ganas de desaparecer! Ya es tarde y no haré nada si el revolver no dejo de acariciar. Mis ojos arden las lágrimas saben a sal. Y nadie llama y quisiera que pudieran llamar. quiero que el valor y la misma cobardía corran como sangre por mis venas para poder ese gatillo jalar. Pero... ¿De que huyo? ¿Por qué me escondo? ¿A qué escapo? Definiré eso tal vez en alguna otra ocasión
Cuando la inspiración me ataca, me encontraré escribiendo en éste mi diario de historias alternas