Era tarde... Ya no habían ilusiones que cegaran los ojos de aquella niña que se había convertido en una mujer. 20 años de perseguir metas que ya había rebasado, y sin embargo, cuando más fuerte se sintió, más vulnerable se encontraba. En frente de ella, el miedo al fracaso, al silencio, a la autodecepción que llegó a sentir en su periodo de autocompasión y odio sociopata. Era tarde... Él ya estaba al borde de una crisis de personalidad. Su estado de ánimo lo ocultó con una máscara de felicidad y de condescendencia hacia el prójimo. Hacia todos aquellos que creían y apostaban que era un ángel, y que los ángeles están destinados a cuidar, proteger, a velar, más nadie está allí para amarle, quererle, recordarle que hay un motivo para vivir. De haberse conocido antes cualquier cosa habría valido menos. Sin embargo, mientras iban por vagones diferentes, sus caminos cruzaron. Y sonrieron. Ya que ambos querían perderse, y olvidar un poco el trance de la soleda...
Cuando la inspiración me ataca, me encontraré escribiendo en éste mi diario de historias alternas