Después de años de guardar rencores de viejas heridas,
de cargar con sacos de experiencias vencidas,
he decidido sacudir sus huesos y dejar que el polvo se esparza por donde se quiera ir.
¿De qué me sirve lamentar mi pasado? Si al final, lo peor ya pasó
Ya me lastimaron,
ya pasaron encima de mi,
ya cumplieron en otras personas lo que tanto me prometían a mi.
Todo cambio en uno de esos tantos domingos.
Donde estuve a punto de deshacerme del último grado de sentido común que quedaba en mi,
ahí le conocí.
Casi 1 metro 78 de altura y pelo rizado,
con una sonrisa vacía y algo de nerviosismo en sus manos.
Vestía de negro, y tenía a alguien de mis conocidos a su lado.
En ese momento no fue importante nuestro encuentro.
Apagué mi cigarro y entré al lugar.
Yo ese día, habría dejado de fumar para siempre... La combinación del refresco de cereza, bombones y semanas llorando en mi cuarto me habían dejado sin ganas de contemplar el deseo... Y entre tantos colores, tantos disfraces, tantos entes; mi última oportunidad se acababa...
Otra vez más que me rompían hasta el alma.
Sin embargo después de conocerle, y de hurgar dentro de su ser, me di cuenta que no eramos tan distintos.
Ambos teníamos marcados el pasado de promesas dispersas e incumplidas, de esas que unen a dos personas para hacerlas compañeros de vida.
de cargar con sacos de experiencias vencidas,
he decidido sacudir sus huesos y dejar que el polvo se esparza por donde se quiera ir.
¿De qué me sirve lamentar mi pasado? Si al final, lo peor ya pasó
Ya me lastimaron,
ya pasaron encima de mi,
ya cumplieron en otras personas lo que tanto me prometían a mi.
Todo cambio en uno de esos tantos domingos.
Donde estuve a punto de deshacerme del último grado de sentido común que quedaba en mi,
ahí le conocí.
Casi 1 metro 78 de altura y pelo rizado,
con una sonrisa vacía y algo de nerviosismo en sus manos.
Vestía de negro, y tenía a alguien de mis conocidos a su lado.
En ese momento no fue importante nuestro encuentro.
Apagué mi cigarro y entré al lugar.
Yo ese día, habría dejado de fumar para siempre... La combinación del refresco de cereza, bombones y semanas llorando en mi cuarto me habían dejado sin ganas de contemplar el deseo... Y entre tantos colores, tantos disfraces, tantos entes; mi última oportunidad se acababa...
Otra vez más que me rompían hasta el alma.
Sin embargo después de conocerle, y de hurgar dentro de su ser, me di cuenta que no eramos tan distintos.
Ambos teníamos marcados el pasado de promesas dispersas e incumplidas, de esas que unen a dos personas para hacerlas compañeros de vida.
Comentarios